LA BELLEZA DE LA CINCUENTENA PASCUAL
Celebrar la cincuentena Pascual,
les comentaba hace algunos domingos, es como una flor que se va abriendo poco a
poco hasta demostrarnos sus hermosos colores, nosotros vamos descubriendo la
hermosura de lo que celebramos en el Triduo Pascual (Jueves por la tarde,
Viernes Santo y la Vigilia Pascual) pasión, muerte y resurrección de Nuestro
Señor Jesucristo, vamos contemplando los efectos que tiene para nosotros esta
Pascua, como lo comentaba el domingo pasado, el perdón de los pecados, la paz
del Señor y la Valentía para predicar, claro esta que hay muchos más efectos que iremos descubriendo en
este caminar pascual.
Varias veces hemos escuchado,
incluso dentro del evangelio, que hay que buscar la sencillez, en algunas
ocasiones se nos invita a la pobreza, otras veces a no tener otro valor a
dejarlo todo para seguir a Nuestro Señor Jesucristo. He descubierto en lo
personal que como cuesta pensar quedarme sin nada, a veces veo aquel que anda
en la calle todo sucio pero como desconectado de la realidad, sin saber si pasa
o no el tiempo, la higiene no es importante, pero vive y esto me horroriza de
pensar que eso puede sucederle a cualquiera, lo he visto con mis propios ojos
personas que en su momento lo tienen todo pero ahora están en la calle. Y se me
viene a la mente pensar que el Señor quiere que estemos así, pero no es eso,
sino que descubramos la belleza de la vida, ser sensibles ante lo que acontece
en la realidad que vivo, descubrir su belleza, su gran riqueza, su grandeza; y
para poder descubrir todo esto necesitamos una virtud que hoy en la Cincuentena
Pascual podemos vivir y sobre todo explotar: “La Sencillez” buscando su
significado me encontré una reflexión muy interesante, no todo me pareció bueno
pero esto que les quiero transcribir me
pareció que si lo podemos practicar:
La sencillez atrae al instinto,
la intuición y el discernimiento para crear pensamientos con esencia y
sentimientos de empatía. Sencillez es la conciencia que llama a las personas a
replantearse sus valores.
La sencillez crece en las raíces
sagradas, personificando una riqueza de virtudes y valores espirituales que se
manifiestan en las actitudes, las palabras, las actividades y el estilo de
vida. La sencillez es hermosa y, como la luna, irradia frescura, en contraste
con el resplandor del sol. La sencillez es natural. Puede tener una apariencia
corriente y carente de atractivo para aquellos cuya visión está acostumbrada a
lo superficial, o a lo erudito. Sin embargo, para aquellos que poseen el
discernimiento sutil de un artista, un vislumbre de sencillez es suficiente para reconocer
la obra maestra.
La sencillez combina la dulzura y
la sabiduría. Es claridad en la mente e intelecto, ya que surge del alma. Los
que personifican la sencillez están libres de pensamientos extenuantes, complicados
y extraños. El intelecto es agudo y despierto. La sencillez invoca al instinto,
la intuición y el discernimiento para crear pensamientos con esencia y
sentimientos de empatía. En la sencillez hay altruismo, el que personifica esa
virtud ha renunciado a la posesividad y está libre de los deseos materiales que
distraen el intelecto haciéndolo divagar hacia territorios inútiles. Carecer de
deseos no significa arreglárselas sin nada, o tener la vida de un asceta. Al
contrario, uno lo tiene todo, incluyendo la satisfacción interna. Esto se
refleja en el rostro -libre de perturbaciones, debilidades e ira- y en la
conducta, con una elegancia y una majestad extraordinarias, pero a la vez
ingenua. Sencillez es ser el niño inocente y el maestro sabio. Nos enseña a
vivir con sencillez y a pensar de forma elevada.
Las personas que viven con
sencillez, generalmente disfrutan de una relación cercana con la naturaleza. Su
moral proviene de las tradiciones perennes que funcionan en armonía con las
leyes de la naturaleza. Las hierbas se convierten en sus remedios naturales. La
luna y las estrellas son las lámparas que los alumbran. El mundo natural es el
aula en la que estudian. Esto no significa que todos debamos adoptar este
estilo de vida. Sin embargo, se puede aprender de la naturaleza. Cuando se
observa la ética de la sencillez, casi no hay desperdicio. Todos los recursos
se valoran: el tiempo, los pensamientos, las ideas, el conocimiento, el dinero
y las materias primas.
De la sencillez surge la
generosidad. La generosidad es compartir con un espíritu altruista los ingresos
ganados a pulso. Compartir los propios recursos conjuntamente y de forma
cuidadosa es recuperar para las actividades humanas, el sentido de la familia.
La sencillez es algo más que ofrecer dinero y posesiones materiales, es dar de
uno mismo aquello que no tiene precio: paciencia, amistad y apoyo. Con el
espíritu de dar prioridad a los demás, los que adoptan la sencillez ofrecen su
tiempo gratuitamente. Esto lo hacen con amabilidad, sinceridad, e intuiciones
puras, sin expectativas ni condiciones. Como resultado, esas personas cosechan
frutos abundantes de las semillas que se sembraron con sus acciones generosos.
Nada esperaron pero...
La sencillez es verdad. La
belleza de la verdad es tan sencilla que funciona como la alquimia. No importa
cuántos disfraces se presenten ante ella, la luz de la verdad no puede
permanecer escondida; alcanzará a las masas con un lenguaje muy sencillo y, al
mismo tiempo profundo. Los mensajeros de la verdad siempre han personificado
formas comunes, han llevado vidas sencillas, y han adoptado medios simples para
impartir sus mensajes. Viven y dicen la verdad, ofreciendo belleza a las vidas
de los demás. Su sencillez y esplendor pueden compararse al joyero. Fiel a la
integridad de su profesión, el joyero hace todas y cada una de sus joyas
preciosas y perfectas, pero él sigue siendo sencillo.
Hoy en día la belleza está
definida por las industrias de la moda y la estética, propagada por los ricos y
los famosos y aceptada por las masas. La belleza, sin embargo, no se encuentra
sólo en la apariencia, como dice el proverbio. La belleza, en su forma más
sencilla, elimina la arrogancia de las ropas caras y de vivir de forma
extravagante. Va más allá del rico y del pobre. Es apreciar las pequeñas cosas
de la vida que a veces no son visibles ni aparentes para el resto del mundo.
Sencillez es apreciar la belleza interna y reconocer el valor de todos los
actores, incluso del más pobre o desafortunado. Es considerar que todas las
tareas, incluso la más humilde, tienen valor y dignidad.
La sencillez reduce la diferencia
entre “lo que tengo” y “lo que me falta” demostrando la lógica de la verdadera
economía: ganar, ahorrar, invertir y compartir los sacrificios así como la
prosperidad, de manera que pueda haber una mejor calidad de vida para todos los
seres humanos, independientemente de donde hayan nacido.
Sencillez es la conciencia que
dirige una llamada a la gente para que replantee sus valores. (Tomado de la
página de la Vida)
Si en esta Cincuentena Pascual
descubrimos la riqueza de esta virtud, seremos capaces de descubrir la riqueza
y grandeza, no sólo del Amor de Dios por nosotros, sino la grandeza y riqueza
de Dios mismo.
Que el Señor sea su fuerza y su
Paz
Pbro. Carlos Felipe Lozano Lara.
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