DESCUBRIENDO LOS CAMINOS DE DIOS


Como ustedes saben estuvimos la semana pasada en lo que llamamos la reunión del clero, estuvimos estudiando un documento de la sagrada congregación del clero que se llama “EL SACERDOTE CONFESOR Y DIRECTOR ESPIRITUAL” y es un documento que me hizo reflexionar en varias cosas, pero sobre todo, se me vino a la mente un tema importante, para los que nos llamamos discípulos, creyentes o incluso simpatizantes con Cristo, descubrir los caminos de Dios. Creo que este título nos lleva a una aventura de fe, muy inquietante y sobre todo fascinante, porque es entrar al mundo de lo infinito, de lo maravilloso, de aprender a observar, escuchar, callar, admirar. En estos días en la misa de todos los días, vamos dando pasos en descubrir la belleza de la pascua, esa hermosa flor que nos descubre su hermosos colores y efectos que ha traído para nosotros, como la valentía para predicar el evangelio, la paz del Señor, la filiación divina, el tener un único pastor, un único salvador, la paz para con los demás y otras tantas bellezas que vamos descubriendo en esta pascua, es dejarse guiar, iluminar. Es como si viéramos una película de fantasía, pero que a la vez es realidad, es descubrir la belleza de la vida, es descubrir la sencillez de vivir, es descubrir la simplicidad de las cosas, de Dios mismo, es entrar en el misterio de donde comienza todo, es ir descubriendo poco a poco los caminos en los que yo mismo he tomado mis decisiones y a veces consciente o inconscientemente voy descubriendo los caminos que Dios me propone, varias veces he escuchado algunas personas que me dicen, es que todo se acomodo, es que Dios me escucho, es que todo es evidente; son signos de ese estar descubriendo los caminos de Dios, que me va proponiendo. No es nada difícil, no es nada complicado buscar el rostro de Dios, por decirlo de alguna manera, nos los ha hecho más fácil, el se identifica, con el más sencillo, con el más débil, por eso es sencillo de encontrarlo, no hay más que voltear a ver al que esa a mi lado y ahí esta, pero necesitamos la agudeza del amor, en la semana en la misa de todo los día nos decía en el evangelio de San Juan: “como el Padre me ama a mí, así  los amo yo a ustedes, permanezcan en mi amor” (Jn 15,9).  Y concluye diciendo “les he dicho esto para que participen en mi gozo y su gozo sea completo” (Jn 15,11) Eso quiere decir que cuando tengo ese gozo quiere decir que he acertado el camino. Quiero compartirles este pequeño trozo del tratado sobre el amor que escribió San Francisco de Sales “Uno de los más celebres músicos del mundo, que tocaba el laúd (Instrumento musical antiguo de cuerda, formado por una caja de resonancia ovalada y abombada por la parte trasera, seis pares de cuerdas, y cuyo clavijero forma un ángulo muy pronunciado con el mango, que es corto) a la perfección se volvió en breve tiempo tan gravemente sordo que perdió el oído  por completo; sin embargo continuo cantando y manejando su laúd con una maravillosa delicadeza. Ahora bien como no podía experimentar placer alguno con su canto y su sonido, puesto que falto de oído, no percibía su dulzura y su belleza, cantaba y tocaba para contentar a un príncipe, a quien tenía gran deseo de complacer, porque le estaba agradecidísimo, ya que había sido criado  en su casa hasta la juventud. Por eso sentía una inexplicable alegría al complacerle, y cuando el príncipe le hacía señales de que le agradaba su canto, la alegría  le ponía fuera de sí. Pero sucedía, en ocasiones, que el príncipe, para poner a prueba el amor de su amable músico, le ordenaba cantar y se iba inmediatamente a cazar, dejándole sólo; pero el deseo de obedecer los deseos de su señor le hacía continuar el canto con toda la atención, como si su príncipe estuviera presente, aunque verdaderamente no le produjera ningún gusto cantar, ya que no experimentaba el placer de la melodía, del que le privaba la sordera,, ni podía gozar de la dulzura de las composiciones por él ejecutadas: << Mi corazón está dispuesto, oh Dios, mi corazón esta dispuesto; quiero cantar y entonar himnos. Despierta alma mía; despertad, citara y arpa, quiero despertar a la aurora>>”
Con esto termino: “Y es que servir un poco puede resultar fácil, pero convertir toda la vida en un servicio es bastante difícil. Servir a los que no lo merecen, a los que no son agradecidos, a los que te rechazan, es todavía más arduo. Te ruego que infundas en mi corazón ese amor tuyo arrollador, ese amor tuyo concreto, humilde, que has recibido del Padre y que ha plasmado tu vida, para que también yo pueda hacer lo que tú me dices que es preciso para ser discípulo tuyo.” (Tomado de Lectio divina para cada día del año, Tiempo de Pascua)
Que el Señor sea su fuerza y su Paz.
Pbro. Carlos Felipe Lozano Lara.
Les recomiendo que vean la Película: La Cristiada,  ya que es una película que nos dice cómo es que murieron algunos por profesar su fe y ahora son mártires, reconocidos por la Iglesia, algunos ya canonizados.

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