SOLIDARIDAD
En esta sociedad que en cada día se hace más difícil subsistir, debemos darnos cuenta que necesitamos de los demás, somos interdependientes, no podemos vivir aislados de los demás como si solo nosotros existiéramos, ciertamente podemos ser independientes en nuestras decisiones, en algunos casos en la economía, en lo social o político. Pero entre los hombres hay un principio que se debe vivir y aplicar es el de la: SOLIDARIDAD. La palabra solidaridad proviene del sustantivo latín soliditas, que expresa la realidad homogénea de algo físicamente entero, unido, compacto, cuyas partes integrantes son de igual naturaleza. Se puede también definir como: determinación firme y perseverante de empeñarse por el bien común; es decir, por el bien de todos y cada uno, ya que todos somos verdaderamente responsables de todos.
La teología cristiana adoptó por primera vez el término solidaritas, aplicado a la comunidad de todos los hombres, iguales todos por ser hijos de Dios, y vinculados estrechamente en sociedad. Entendemos, por tanto, que el concepto de solidaridad, para la teología, está estrechamente vinculado con el de fraternidad de todos los hombres; una fraternidad que les impulsa buscar el bien de todas las personas, por el hecho mismo de que todos son iguales en dignidad gracias a la realidad de la filiación divina.
La Doctrina Social de la Iglesia entiende por solidaridad «la homogeneidad e igualdad radicales de todos los hombres y de todos los pueblos, en todos los tiempos y espacios; hombres y pueblos, que constituyen una unidad total o familiar, que no admite en su nivel genérico diferencias sobrevenidas antinaturales, y que obliga moral y gravemente a todos y cada uno a la práctica de una cohesión social, firme, creadora de convivencia. Cohesión que será servicio mutuo, tanto en sentido activo como en sentido pasivo». Podemos entender a la solidaridad como sinónimo de igualdad, fraternidad, ayuda mutua; y tenerla por muy cercana a los conceptos de «responsabilidad, generosidad, desprendimiento, cooperación, participación».
Constantemente hemos escuchado esta palabra cuando suceden algunas catástrofes naturales, cuando pasan situaciones que rompen el bienestar de una familia, de un país o incluso de un individuo, pero la solidaridad no es solamente conmoverme y ayudarle con algunas cuantas monedas, sino también requiere que hagamos un esfuerzo para que este que sufre y tiene necesidad tenga todas las posibilidades para salir adelante. La solidaridad es también impulsar los verdaderos vientos de cambio que favorezcan el desarrollo de los individuos y las naciones, está fundada principalmente en la igualdad radical que une a todos los hombres. Esta igualdad es una derivación directa e innegable de la verdadera dignidad del ser humano, que pertenece a la realidad intrínseca de la persona, sin importar su raza, edad, sexo, credo, nacionalidad o partido.
Hemos estado escuchando, desde hace algunos días, que seamos solidarios con los tarahumaras, el Obispo de la Tarahumara nos da en su mensaje algunas pistas de lo que debe de ser el actuar solidario:
1. Es innegable el momento difícil que ya trae rezagos desde décadas por no haber afrontado la situación con seriedad y con visión de futuro. El mundo indígena ha sido olvidado y las promesas de fuentes de trabajo a largo plazo han sido sólo palabras bonitas por intereses partidistas y asistencialismos interesados. Aún hoy, en muchos sectores, se mira al indígena de arriba hacia abajo, como si fuesen objeto de lástima. Esto es un grave pecado, porque no hemos dejado que ellos sean sujetos de su historia. La emergencia se extiende no sólo al mundo indígena sino, también, a muchos mestizos pobres.
2. Tal crisis, nada nueva, si se afronta con sentido de solidaridad y organizadamente, se transformará en una oportunidad para hacernos más humanos y más hermanos. Los pobres nos pueden humanizar siempre que los veamos como hermanos y aprendamos de ellos.
ALGUNAS PISTAS ANTE LOS RETOS
1. La asistencia ante la crisis es importante. Pero da vergüenza que nos quedemos en proyectos meramente asistenciales. La solución no está en repartir cobijas o despensas (aunque esto es necesario hoy), sino en pensar en un futuro donde ellos mismos (indígenas y mestizos pobres) puedan ser productores de su mismo sustento.
2. En la Sierra se requieren espacios públicos para la convivencia sana de tantos jóvenes y adultos. Se requiere una mayor organización en el campo de la salud comunitaria.
Reflexionemos y pensemos, si somos verdaderamente solidarios con nuestros hermanos.
¡Seamos verdaderamente solidarios con nuestros hermanos Tarahumaras!
Que el Señor sea su fuerza y su paz
Pbro. Carlos Felipe Lozano Lara
P.D. Este mensaje tiene algunos textos de una monografía que se llama solidaridad escrito por Francisco García-Pimentel Ruiz.
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