EL SUFRIMIENTO
En esta ocasión quiero dirigirme a los enfermos de nuestra
parroquia, a todos aquellos que por alguna razón se ven impedidos, de poder
asistir a la Eucaristía dominical. Estar en una situación en la que dependen de
los demás es bastante frustrante, antes podían valerse por ustedes mismos y
hacer las cosas que ustedes quisieran, pero ahora no lo pueden hacer, y sobre
todo puede experimentarse en algún momento que están estorbando o causando
problemas a su familia, es una experiencia netamente humana y podríamos decir
que valida, esto no nos hace ser ni buenos, ni malos al contrario nos hace ver
que son humanos y frágiles como lo somos cualquiera de nosotros; todos tenemos
limitaciones y podemos experimentar en algún momento de nuestra vida que ya no
podemos más. Los hombres y mujeres de fe, no son aquellas que no sienten nada,
sino que a pesar de esos momentos de debilidad se aferran a quien puede hacer
salir adelante y ese solamente puede ser JESÚS, el mismo que ha sufrido lo
mismo que nosotros, con las mismas limitaciones. Hay un documento de su
santidad Juan Pablo II que se llama Salvifici Doloris en el número 9 de ese
documento dice: “Dentro de cada sufrimiento experimentado por el hombre, y
también en lo profundo del mundo del sufrimiento, aparece inevitablemente la
pregunta: ¿por qué? Es una pregunta acerca de la causa, la razón; una pregunta
acerca de la finalidad (para qué); en definitiva, acerca del sentido. Esta no
sólo acompaña el sufrimiento humano, sino que parece determinar incluso el
contenido humano, eso por lo que el sufrimiento es propiamente sufrimiento
humano”. Y en el numero 10 nos dice: “El hombre puede dirigir tal pregunta a
Dios con toda la conmoción de su corazón y con la mente llena de asombro y de
inquietud; Dios espera la pregunta y la escucha, como podemos ver en la
Revelación del Antiguo Testamento. En el libro de Job la pregunta ha encontrado
su expresión más viva.
Es conocida la historia de este hombre justo, que sin ninguna
culpa propia es probado por innumerables sufrimientos. Pierde sus bienes, los
hijos e hijas, y finalmente él mismo padece una grave enfermedad. En esta
horrible situación se presentan en su casa tres viejos amigos, los cuales —cada
uno con palabras distintas— tratan de convencerlo de que, habiendo sido afectado
por tantos y tan terribles sufrimientos, debe haber cometido alguna culpa
grave. En efecto, el sufrimiento —dicen— se abate siempre sobre el hombre como
pena por el reato (resto de pena que queda por cumplir, aún después de
perdonado el pecado)… El sufrimiento, para ellos, puede tener sentido
exclusivamente como pena por el pecado y, por tanto, sólo en el campo de la
justicia de Dios, que paga bien con bien y mal con mal.”
En el número 18 nos dice: “Cristo sufre voluntariamente y
sufre inocentemente. Acoge con su sufrimiento aquel interrogante que, puesto
muchas veces por los hombres, ha sido expresado, en un cierto sentido, de
manera radical en el Libro de Job… Cristo da la respuesta al interrogante sobre
el sufrimiento y sobre el sentido del mismo, no sólo con sus enseñanzas, es
decir, con la Buena Nueva, sino ante todo con su propio sufrimiento, el cual
está integrado de una manera orgánica e indisoluble con las enseñanzas de la
Buena Nueva. Esta es la palabra última y sintética de esta enseñanza: « la doctrina
de la Cruz », como dirá un día San Pablo.” Y todo esto lo hace por la salvación
de los hombres, y no hay otra razón que sólo el Amor, Jesús salva a los hombres
a través del sufrimiento, para salvarnos del mal, del pecado y de la muerte,
por lo tanto, nadie puede decirnos que merecemos sufrir. Y aunque por nuestras
limitaciones físicas se diera el sufrimiento podemos decir igual que San Pablo:
con mis sufrimientos completo la pasión de Cristo (Col 1, 24). Cada uno de
ustedes con sus sufrimientos, están estrechamente unidos a Cristo, para
la salvación de los hombres. Cada uno de ustedes puede unir su
sufrimiento para que otros se salven y no se pierdan, sostienen incluso las obras
y vidas de tantos hombres y mujeres que luchan por llevar esperanza, amor, fe,
sentido de la vida a otros que están derrumbados o casi al borde de la muerte.
Yo sé que no es fácil estar en esa situación y lo primero que deseamos es la
curación, sin embargo pueden hacer el
esfuerzo para que esto que están padeciendo lo unan al sacrificio de Cristo y
así poder ayudar. Todos los días que celebró la misa oro por ustedes.
Que el Señor sea su Fuerza y su Paz.
Pbro. Carlos Felipe Lozano Lara.
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