LAS COSAS RARAS DE LA VIDA.


Entre las cosas con las que se lucha para no caer, juzgar a los demás, no siempre salimos bien librados, en algunas ocasiones se afirman cosas que no siempre son ciertas otras veces le cargamos la mano a los demás exaltando algún defecto. Con respecto a esto Jesús nos dice: “No juzguen ustedes a los demás, y Dios no los juzgará a ustedes” (Mt 7, 1ss,  también aparece en otros textos como Rom 2,1ss; 1 Cor 4,1ss) Me encontré esta historia en un libro llamado: Cuéntame otro ejemplo, colección de cuentos y anécdotas con enseñanza cristiana. Recopilado por Hermenegildo Zanuso S. Combinano  la historia se llama: “No juzguen ustedes, y…”
Sucedió en un pequeño restaurante de Suiza.
La señora Blanca, ya no tan joven, pide en el mostrador un plato de sopa, y lo pone en una de varias mesas libres mientras regresa al mostrador por la cuchara, pues se le olvidó pedirla.
Al volver a la mesa encuentra una sorpresa: Un negro se ha sentado frente al plato de sopa, y se la está comiendo tranquilamente.
- Mira nada más – piensa la dama – esto no me lo esperaba: pero este Negro tiene un aspecto tranquilo… arreglare este asunto por la buena…
La señora Blanca toma su asiento frente al Negro, y sonriendo le dice:
- Con su permiso…
Y se arrima el plato.
El Negro solo responde con una amable sonrisa.
La señora comienza a comer la sopa. El Negro toma gentilmente el plato y lo pone en el centro de la mesa. Ahora los dos comen y sonríen.
La sopa se acaba.
El negro sonriendo se levanta como despidiéndose, pero pronto regresa trayendo un plato doble lleno de papas fritas; lo pone en el centro para los dos. Al acabarse las papas, el Negro se levanta y se despide de Blanca con una afable sonrisa de agradecimiento.
También Blanca se levanta para irse. Busca su bolsa que había colgado del respaldo de la silla. La bolsa ya no está.
La Señora Blanca se pone furiosa, pues piensa: - ¿Cómo es posible…? Entonces ese Negro es un verdadero ladrón…
Está a punto de dar la alarma; abre la boca para gritar: - ¡Que agarren al Negro rat… Que llamen a la policía!...
De pronto Blanca ve se bolsa colgada del respaldo de una silla correspondiente a otra mesa, y sobre aquella mesa ve un plato lleno de sopa y sin cuchara.
En aquel instante todo queda aclarado: El Negro no había comido la sopla de Blanca, sino Blanca había comido la sopa del Negro. Y todo porque la señora Blanca, cansada, desvelada, distraída y mal pensada se había simplemente equivocado de mesa.
Creo que como propósito estamos todavía a tiempo para de poderlo incluir en lo que queremos alcanzar para este año, la verdad nos evitaríamos muchas cosas.
Que el Señor sea su Fuerza y su Paz.
Pbro. Carlos Felipe Lozano Lara.

Comentarios

Entradas populares de este blog

UNA CREACIÓN DEL SEÑOR

DECÁLOGO DE UN BUEN SACERDOTE.