LA VIDA ES MOVIMIENTO

Hace unos días estaba viendo unos videos del Pbro. Ignacio Larrañaga me llamo  la atención una frase, que me hizo reflexionar: “La vida es movimiento, cuando no lo hay se atrofia y son los últimos pasos para la muerte” que frase tan importante que la tengamos en cuenta, él lo aplicaba a los matrimonios y hablaba que son los pequeños detalles los que nos hacen ver que existe esa vida, lo aplica al amor que debe existir en ellos. Pero esto se puede aplicar en otros niveles como, la atrofia en los valores, en los principios, en los ideales, en la cultura. Los más vulnerables son los jóvenes, que hoy en la actualidad, están como perdidos y desorientados. Son presas de un mundo que le dice quiero ser tu amigo y le ofrece las nuevas modas y los nuevos estilos de vida, que en realidad no tienen sustento de vida sino de muerte, como lo estamos viendo en la actualidad, estamos viviendo una atrofia no hay movimiento, pero hay que despertar y mover otra vez, estamos dando los primeros pasos, en nuestra parroquia tuvimos la primera semana juvenil, con esto queremos dar a conocer que hay otra opción que en realidad si da vida y no cualquier vida, sino la vida de Dios, la que Él desea para todos nosotros. Su amor por la humanidad, no se acaba, aunque nosotros hagamos todo lo posible por apartarnos de Él, su amor no merma, espera, perdona, llama, esta a la puerta como el padre que espera a que su hijo regrese, aunque  llegue derrotado, malgastado, acabado, no hay que perder la esperanza. Me da tristeza que los que están muriendo son jóvenes, que podían hacer una vida mejor. El Beato Juan Pablo II llegó a decir que los jóvenes son la esperanza de la sociedad, de la Iglesia, de la misma humanidad y les da una encomienda, quisiera reproducir este  mensaje:

Amadísimos Jóvenes:                                                                                  

Quisiera ante todo, repetirles a cada uno las palabras que Dios, mediante su ángel, le dirigió a San José:

“NO TEMAS LLEVAR CONTIGO A MARÍA” (Mt 1, 20). También yo les digo: ¡No tengan miedo de llevar con ustedes a María como Madre en el camino de la vida!

Que María sea para ustedes modelo de cómo se sigue a Jesús. No tengan miedo de confiar en ella, de encomendar a sus manos maternas todo problema, todas sus preocupaciones, todas sus expectativas y proyectos. Sobre todo, encomiéndenle el proyecto que se refiere a toda su vida: la vocación, en el don sincero de lo que son, para la realización plena de ustedes mismos. Deseo proponerles dos consignas: les pido que se conviertan en “Profetas de la vida” y en “profetas de la alegría”.

Ante todo, profetas de la vida. “Séanlo con las palabras y con las obras, rebelándose contra la civilización del egoísmo que a menudo considera a la persona humana un instrumento en vez de un fin, sacrificando su dignidad y sus sentimientos en nombre del mero lucro; háganlo ayudando concretamente a quien tiene necesidad de ustedes y que tal vez sin ayuda de ustedes tendría la tentación de resignarse a la desesperación”.

“Les pido también que sean profetas de la alegría: el mundo nos debe reconocer por el hecho de que sabemos comunicar a nuestros contemporáneos el signo de una gran esperanza ya realizada, la de Jesús, muerto y resucitado por nosotros. No olviden que la suerte de futura humanidad está en manos de aquellos que sean capaces de trasmitir a las generaciones venideras razones para vivir y esperar”.

Pero esto también nos implica a todos, padres de familia, educadores en la fe, maestros, sacerdotes, todos estamos llamados a ser también profetas de la vida y de la alegría. Por eso pido que cada uno de nosotros tomemos en serio esta misión, viviendo con intensidad nuestra vida en los valores que encontramos en el evangelio. Papás pido su comprensión y ayuda, los necesitamos, su presencia y comprensión, pero sobre todo su apoyo en las actividades que estaremos realizando por el bien de nuestros jóvenes. Queremos que la vida siga teniendo movimiento, pero un movimiento positivo, el movimiento de Dios.

Que el Señor sea su Fuerza y su Paz.

Pbro. Carlos Felipe Lozano Lara.