CUARESMA
Cuando celebramos la navidad su
servidor decía en esa ocasión en el mensaje sacerdotal: “El nacimiento del
Salvador, nos lleva a estar atentos a nuestra propia historia y descubrir al
igual que María, las grandes maravillas que Dios ha hecho en nuestra historia,
es tiempo de decir gracias, por todo lo vivido, por todas las alegrías, por
todas las bendiciones que hemos recibido, por los éxitos logrados, por los
retos alcanzados, por los proyectos que llegaron a feliz término, por la
familia, por la salud, por la vida, por los seres queridos que nos los presto
un tiempo pero que ya no están entre nosotros, por la sonrisa de un niño (a),
por tantas y tantas cosas que nos suceden a diario.
Es tiempo de renovar la vida, es
tiempo de emprender un nuevo camino, es tiempo de comenzar de nuevo, es tiempo
de decir vamos hacer nuevas todas las cosas, es momento de retomar el tiempo
perdido, es momento de hacer que esa alegría se extienda, es momento de decir
quiero dar un paso hacia adelante, nunca hacia atrás. Es tiempo de dejar a Dios
entrar en mi vida, en nuestras vidas. Es tiempo de romper con lo “viejo” y
comenzar con lo “nuevo”
Hagamos nuestro recuento de
maravillas, recordando que los dones más preciosos no se conquistan, sino que
se esperan. Todo lo hemos recibido de parte de él, doblemos las rodillas en
agradecimiento, gritemos al igual que María: ¡Mi alma glorifica al Señor y mi
espíritu se llena de júbilo en Dios mi salvador… porque también en mi ha hecho
grandes maravillas el que todo lo puede!”
Y ciertamente es verdad, creo que
cada uno de nosotros hicimos unos propósitos, que se llevarían a cabo durante
este año, “Hay que romper con lo viejo y comenzar con lo nuevo” La cuaresma
sería un tiempo propicio para revisar en lo que si he avanzado, el o los pasos que
se dieron hacia adelante, sin olvidar que a veces se dan dos o tres para atrás,
lo importante es emprender el camino, como lo hizo el hijo prodigo, de la
parábola, después de reflexionar que su vida es un desastre, emprende el camino
para decirle a su Padre: “He pecado contra el cielo y contra ti, ya no merezco
llamarme hijo tuyo” los más seguro es que reflexiono y reconoció su error o sus
errores, los pasos que se dieron hacia atrás. La Cuaresma es un tiempo propicio
para ver los pasos que se dieron hacia atrás y si es necesario desandarlo
(conversión) volver a regresarme y tomar el camino que de verdad es el
verdadero que me lleva a la vida, a la satisfacción, a la felicidad y
realización como persona, no bastara con saberlo, sino ponerse de verdad de pie
y emprender el camino, con la confianza de que el nos espera.
Recuerdo que en una ocasión venía
de un viaje lejano, con un matrimonio y sus hijos, el más pequeño, era un niño
sumamente travieso, pero a la vez molesto y “busca ruido”, su servidor venía
manejando y le hice la advertencia que si no se callaba lo iba a bajar en plena
carretera, lo cual el no pensó que lo fuera hacer, pare la camioneta le dije que se bajara, y cuando lo hizo, me
arranque, pero él no hizo ninguna aspaviento, ni de enojo, ni de desesperación
o angustia, sino al contrario venía cantando y chiflando, lo vi por el
retrovisor y le comente a los papás lo que veía, después de que regrese para
recogerlo, le pregunte, ¿qué no te dio miedo? A lo que me contesto: “Estaba
seguro de que no me ibas a dejar” Se me quedo gravada la respuesta, porque ese
niño confió en mí y descubrió que no
tengo ese corazón para hacer semejante barbaridad. Semejante a esto tiene que
ser la confianza que debemos tener nosotros en esta Cuaresma, Estar seguros que
cuando reconozca que he fallado no me va a dejar ahí, sino que me abrazara con
el abrazo del perdón.
Alguna gente me ha preguntado:
¿Qué significa la ceniza que se impone el miércoles? O ¿Qué valor tiene la
ceniza? A lo cual contesto que no tiene ningún valor, pero si significa que
estoy comprometiéndome con Dios y conmigo mismo a emprender el camino de
retorno al Padre con plena confianza de que el no me dejara. Los signos
externos que vamos a vivir durante estos días de cuaresma vivámoslos, con veracidad
e intensidad, a semejanza del hambre y necesidad del hijo prodigo, sólo cuando
se derrumbo y llego la necesidad, es cuando se pudo levantar y emprendió el
camino, eso es lo que debemos tomar en cuenta en este comienzo de la cuaresma,
vivir la penitencia, el ayuno y la limosna como necesidad, pasar la carencia,
para reencontrar la felicidad y sensibilizarme ante la necesidad que tiene el otro y que quizás es más grave que la mía.
ESO ES LO QUE SIGNIFICA LA CENIZA
QUE SE IMPONE EL MIERCOLES: ROMPER CON LO
“VIEJO” Y COMENZAR CON LO “NUEVO”. DESHECHAR EL PECADO PARA VIVIR EN LA GRACIA
DE DIOS.
Que el Señor sea su fuerza y su
Paz.
Pbro. Carlos Felipe Lozano Lara.
P.D. FIJENSE EN LOS HORARIOS PARA
EL MIERCOLES DE CENIZA. VIENE EN LOS AVISOS
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