PARA DIOS TODO ES POSIBLE Y PARA EL HOMBRE CUANDO ESTA CON EL




El martes en la misa escuchábamos las lecturas del libro de los Jueces donde nos narraba la vocación de Gedeón, donde el Señor le pide que utilice su fuerza para liberar a su pueblo de los madianitas, pone algunas escusas, en las que parece que es imposible realizarlo (Jueces: 6, 11-24), en el Evangelio Jesús exclama que difícilmente un rico podrá entrar en el Reino de los cielos, lo repitió  es más fácil que un camello entre por el agujero de una aguja, que un rico entre en el reino de los cielos, se lo está diciendo a sus  discípulos los cuales preguntan ¿Quién podrá salvarse? Lo cual Jesús contesta: “para los hombres es imposible, más para Dios es posible”.  Me preguntaba en la actualidad, en este momento ¿Qué es imposible para el hombre? Hay tantas cosas, pero que una de las más frecuentes es sentirse seguro y creo que lo hace buscando esa seguridad entre tantas cosas que sin darse cuenta se está haciendo rico, con lo mucho o poco que puede lograr en su vida. La palabra” riquezas”, en hebreo “Mammón” significaba inicialmente dinero o cosas valiosas entregadas en depósito. Entonces no tenía la significación peyorativa que adquirió más tarde. Sin embargo, con el tiempo se produjo una notable evolución en el significado de ese término. Se consideraba que, si se entregaba en depósito, a un banquero o a una persona de confianza, un tesoro, se podrían cifrar en este determinadas esperanzas. Este  es el primer grado de evolución. Mammón se iba convirtiendo en un objeto que generaba confianza. Luego se empezó a escribir con mayúscula, y entonces se empezó a tomarse como falso soberano y señor. Se  produjo entonces una extraordinaria alienación: la cosa se apoderó del hombre. Todo aquello en lo que él depositó sus esperanzas, se convirtió  en su dios.
Y tú, ¿en quién o en qué depositas tus esperanzas? ¿Qué esperas? ¿Quién es tu dios? Si depositas tus esperanzas en un dios falso, conocerás la amargura y la desilusión, porque se trata de un señor que, tarde o temprano, te de defraudará. Y esa será para ti una gran gracia, porque algo empezará a desmoronarse en tu actitud hacia las riquezas.
¿Qué pueden ser esas riquezas que cautivan tu corazón? Pueden serlo tanto los bienes materiales, como los espirituales. Pueden ser por ejemplo: la pasión por el dinero; apego a los hijos; el afán excesivo por el trabajo o por lo que haces, o por lo que creas; el gusto por la calma, e incluso, por lo que  consideras tu propia perfección. Todos  esos hábitos producen tu cautiverio, te esclavizan, porque el hombre debería apegarse a una sola y única cosa: la voluntad de Dios. Todo cautiverio te cierra a Dios y reduce tu fe.
¿Cómo reconocer que estás sirviendo a las riquezas? Los mejores signos son: tus prisas, tu “stress”, tus tenciones, tu precipitación y tu tristeza. Hay personas que viven en constante tensión. Eso significa que es enorme el apego que tienen a algo. La gente libre de los apegos está llena de la paz de Dios Esa paz Divina construye y fortalece la salud psíquica, que influye en la salud somática. De esa manera, tanto el espíritu como la psiquis y el cuerpo, participan en esa gran libertad del hombre. El hombre libre de apegos, al mismo tiempo que está libre de las arrugas en su semblante, desconoce los stress y las enfermedades contemporáneas. Las riquezas destruyen de manera sistemática al hombre. No solamente bloquean tu aproximación a Cristo y tu adhesión a Él, sino que arruinan asimismo tu salud física y psíquica.
Otra clara manifestación de los apegos, es tu tristeza en las situaciones en que Dios te arrebata algo. A pesar de todo, irá quitando todo lo que te esclaviza, es decir, todo lo es tu mayor enemigo, todo lo que provoca que tu corazón no sea libre para el Señor. Y solamente cuando empieces a aceptar esa situación, y a tomarla con serenidad y humor, te irás convirtiendo en un ser cada vez más libre.
En la oración, al presentarte al Señor, muéstrale tus manos, no solamente vacías, sino también sucias, enlodadas por el apego a las riquezas, y ruégale que tenga compasión de ti. La oración puede desarrollarse únicamente en un clima de libertad.
Creer significa percibir y entender el sentido de la vida, de acuerdo con la óptica del Evangelio, en la que lo más importante es Dios. La fe hace que haya en nosotros un vacío, un lugar no ocupado para Dios.
Podemos pensar si tengo a Dios ¿Habrá algo que me pueda preocupar?
(Parte de esta reflexión fue tomada del libro MEDITACIONES SOBRE LA FE del P. Tadeusz Dajczer,
Colección caminos de Santidad 1)

Que el Señor sea su Fuerza y su Paz.

Pbro. Carlos Felipe Lozano Lara.

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