EL SUFRIMIENTO

Es conocida la historia de este hombre justo, que sin ninguna
culpa propia es probado por innumerables sufrimientos. Pierde sus bienes, los
hijos e hijas, y finalmente él mismo padece una grave enfermedad. En esta
horrible situación se presentan en su casa tres viejos amigos, los cuales —cada
uno con palabras distintas— tratan de convencerlo de que, habiendo sido afectado
por tantos y tan terribles sufrimientos, debe haber cometido alguna culpa
grave. En efecto, el sufrimiento —dicen— se abate siempre sobre el hombre como
pena por el reato (resto de pena que queda por cumplir, aún después de
perdonado el pecado)… El sufrimiento, para ellos, puede tener sentido
exclusivamente como pena por el pecado y, por tanto, sólo en el campo de la
justicia de Dios, que paga bien con bien y mal con mal.”
En el número 18 nos dice: “Cristo sufre voluntariamente y
sufre inocentemente. Acoge con su sufrimiento aquel interrogante que, puesto
muchas veces por los hombres, ha sido expresado, en un cierto sentido, de
manera radical en el Libro de Job… Cristo da la respuesta al interrogante sobre
el sufrimiento y sobre el sentido del mismo, no sólo con sus enseñanzas, es
decir, con la Buena Nueva, sino ante todo con su propio sufrimiento, el cual
está integrado de una manera orgánica e indisoluble con las enseñanzas de la
Buena Nueva. Esta es la palabra última y sintética de esta enseñanza: « la doctrina
de la Cruz », como dirá un día San Pablo.” Y todo esto lo hace por la salvación
de los hombres, y no hay otra razón que sólo el Amor, Jesús salva a los hombres
a través del sufrimiento, para salvarnos del mal, del pecado y de la muerte,
por lo tanto, nadie puede decirnos que merecemos sufrir. Y aunque por nuestras
limitaciones físicas se diera el sufrimiento podemos decir igual que San Pablo:
con mis sufrimientos completo la pasión de Cristo (Col 1, 24). Cada uno de
ustedes con sus sufrimientos, están estrechamente unidos a Cristo, para
la salvación de los hombres. Cada uno de ustedes puede unir su
sufrimiento para que otros se salven y no se pierdan, sostienen incluso las obras
y vidas de tantos hombres y mujeres que luchan por llevar esperanza, amor, fe,
sentido de la vida a otros que están derrumbados o casi al borde de la muerte.
Yo sé que no es fácil estar en esa situación y lo primero que deseamos es la
curación, sin embargo pueden hacer el
esfuerzo para que esto que están padeciendo lo unan al sacrificio de Cristo y
así poder ayudar. Todos los días que celebró la misa oro por ustedes.
Que el Señor sea su Fuerza y su Paz.
Pbro. Carlos Felipe Lozano Lara.
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